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Mindfulness: 5 mitos y verdades sobre la atención plena

Cuando hablamos de mindfulness, es común que surjan preguntas como: ¿Es lo mismo que meditar? ¿Se trata de una técnica para relajarse? ¿Implica dejar la mente en blanco? Estas dudas reflejan algunas de las ideas equivocadas que rodean esta práctica.

En este artículo, derribaremos algunos conceptos equivocados sobre esta práctica, para luego enfocarnos en lo que realmente implica y cómo puede transformar nuestra relación con el momento presente.

Hiper conectividad y estrés

En la era digital actual, la hiper conectividad y el uso constante de las redes sociales nos exponen a un flujo interminable de información y estímulos. Esta sobrecarga sensorial puede dispersar nuestra atención y afectar negativamente nuestra salud mental, incrementando niveles de ansiedad y estrés.

Además, la tendencia a compararnos con las vidas idealizadas que observamos en las redes puede disminuir nuestra autoestima y bienestar emocional.

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El mindfulness ofrece una respuesta efectiva a estos desafíos modernos. Al enfocarnos en el momento presente de manera consciente y sin juicio, podemos reducir el estrés y la ansiedad asociados con la hiper conectividad.

Esta práctica nos permite observar nuestros pensamientos y emociones sin reaccionar automáticamente, fomentando una mayor autorregulación y bienestar emocional. Sin dudas, se trata de un hábito de autocuidado que todos deberíamos implementar.

Vale la aclaración: el mindfulness no busca eliminar pensamientos o emociones, sino observarlos y convivir con ellos de manera consciente y amable. Es, más bien, una actitud de aceptación y curiosidad hacia lo que sucede dentro y fuera de nosotros, sin intentar cambiarlo ni resistirlo. Profundicemos un poco más respondiendo algunas preguntas frecuentes.

¿Qué NO es mindfulness?

Existen muchos mitos en torno a mindfulness que pueden generar confusión sobre lo que realmente implica. Vamos a desmentir algunos de los más comunes:

  • ¿Mindfulness es dejar la mente en blanco?
    No, en absoluto. Este es uno de los errores más extendidos. Mindfulness no busca vaciar la mente de pensamientos, sino más bien observarlos tal como son, sin dejarnos arrastrar por ellos. Es un entrenamiento para aprender a convivir con nuestras ideas sin que nos perturben.
  • ¿Entraré en un estado de trance?
    No. Mindfulness no tiene nada que ver con estados místicos o trascendentales. Tampoco busca desconectarte de la realidad cotidiana. Al contrario, su esencia radica en estar completamente presente en tu experiencia diaria, sin huir ni evadirte de lo que ocurre.
  • ¿Es lo mismo que el pensamiento positivo?
    No. Aunque mindfulness puede mejorar nuestro bienestar, no implica sustituir pensamientos negativos por positivos. Se trata de observar nuestros pensamientos, sean cuales sean, y aceptar su transitoriedad sin reaccionar a ellos.
  • ¿Es una técnica para relajarse?
    No exactamente. Aunque la práctica constante de mindfulness puede traer calma y serenidad, no se trata de una técnica de relajación. De hecho, requiere esfuerzo y concentración para estar plenamente presente.
  • ¿Sirve para escapar del dolor?
    No. En lugar de escapar del dolor, mindfulness ayuda a relacionarnos con él de manera diferente. Diversos estudios han demostrado que esta práctica es especialmente útil para personas que enfrentan dolor crónico, como en la fibromialgia. Al reducir la resistencia psicológica al dolor, se minimiza el sufrimiento asociado.

Entonces, ¿qué implica?

Ahora que hemos despejado algunos mitos, enfoquémonos en lo que realmente implica mindfulness:

  • Atención plena
    Es un estado de conciencia en el que estamos completamente presentes, prestando atención a nuestras experiencias internas (pensamientos, emociones, sensaciones físicas) y externas (sonidos, imágenes, interacciones).
  • Aceptación sin juicio
    Mindfulness implica observar lo que ocurre sin etiquetarlo como «bueno» o «malo». Esta actitud de aceptación nos ayuda a responder en lugar de reaccionar impulsivamente.
  • Práctica continua
    No es algo que se domina de un día para otro. Mindfulness es una habilidad que se desarrolla con el tiempo, integrándolo en actividades diarias, como comer, caminar o incluso lavar los platos.
  • Transformación de la relación con el estrés
    Practicar mindfulness no elimina el estrés, pero sí nos enseña a gestionarlo mejor. Al estar más presentes, aprendemos a no dejarnos dominar por los pensamientos ansiosos o las emociones negativas.
  • Una herramienta para el bienestar integral
    Los beneficios del mindfulness van más allá de lo mental. Está comprobado que mejora la salud física, reduce la presión arterial, fortalece el sistema inmunológico y contribuye a una mayor calidad de vida.

Cómo empezar a practicarlo (paso a paso)

Si querés empezar a practicar mindfulness, el primer paso es encontrar un lugar tranquilo donde puedas estar sin interrupciones por unos minutos. No necesitas un espacio especial; un rincón cómodo de tu casa o incluso tu escritorio puede ser suficiente. Una vez ahí, sentate de manera cómoda, con la espalda recta pero relajada. Podes optar por una silla, un almohadón en el suelo o incluso acostarte, aunque hacerlo podría tentarte a dormirte. Cerrá los ojos, o simplemente baja la mirada para evitar distracciones.

El corazón del mindfulness es la atención plena, y una forma sencilla de iniciarte es enfocándote en tu respiración. No tenes que cambiarla ni controlarla; simplemente observa cómo entra y sale el aire de tu cuerpo, cómo se mueve tu abdomen o tu pecho con cada inhalación y exhalación. Es normal que tu mente empiece a divagar; cuando eso ocurra, no te frustres. Reconocé esos pensamientos como algo natural y volvé suavemente a concentrarte en la respiración.

Al comenzar, te puede ayudar usar un temporizador para delimitar tu práctica. Empezá con sesiones breves, de tres a cinco minutos, aumentando gradualmente el tiempo a medida que te sientas más cómodo. También es útil incorporar mindfulness en tus actividades cotidianas.

mindful eating Por ejemplo, mientras comés, dedica un momento a notar los colores, olores y sabores de los alimentos, o al caminar, prestá atención al movimiento de tu cuerpo y a los sonidos a tu alrededor. 

Además, un hábito sencillo pero poderoso es practicar el “stop consciente” durante el día: detenete por un momento y preguntate qué estás sintiendo, pensando o percibiendo en ese instante. Este ejercicio breve te ayudará a reconectar con el presente en medio del ajetreo diario.

Por último, recordá que no existe una forma “correcta” o “perfecta” de practicar mindfulness. Cada día será diferente, y lo importante no es hacerlo a la perfección, sino simplemente intentarlo. Sé amable con vos mismo, y poco a poco notarás cómo esta práctica transforma la forma en que experimentas la vida.