Musicoterapia

Musicoterapia para aliviar el estrés ¿Ciencia o placebo?

La música nos acompaña en cada etapa de la vida. Desde canciones que nos recuerdan momentos felices hasta melodías que nos han ayudado a transitar días difíciles. Pero su poder va más allá del simple placer de escucharla: la musicoterapia ha demostrado ser una herramienta científica eficaz para la reducción del estrés y la mejora del bienestar emocional. ¿Qué dice la ciencia al respecto? ¿Cómo podemos incorporarla en nuestra vida cotidiana de manera efectiva?

El impacto del estrés en nuestro cuerpo y mente

El estrés no es solo una sensación molesta o pasajera. Cuando se vuelve crónico, puede tener efectos devastadores en nuestra salud. Según la Asociación Americana de Psicología (APA), el estrés prolongado contribuye a problemas cardiovasculares, trastornos del sueño, debilitamiento del sistema inmunológico y dificultades cognitivas como pérdida de memoria y disminución de la concentración. A nivel cerebral, el estrés prolongado incrementa la producción de cortisol, una hormona que, en exceso, puede alterar la función neuronal y aumentar el riesgo de ansiedad y depresión.

En este contexto, encontrar herramientas que ayuden a mitigar estos efectos es esencial. Y es aquí donde la musicoterapia entra en juego, ofreciendo una solución basada en la evidencia científica.

Qué es la musicoterapia y cómo se originó

Imagina a una mujer de edad avanzada, frágil por el paso del tiempo y sumida en el olvido de su propia historia debido a la demencia senil. Su cuerpo parece no recordar siquiera cómo sostenerse con firmeza. Pero entonces, suena la música de El lago de los cisnes de Tchaikovsky y, como si una chispa encendiera algo profundo en su interior, sus manos comienzan a moverse con la gracia de una bailarina. Sus ojos reflejan emoción; su cuerpo recuerda. Ella es Marta Cinta González Saldaña, una ex bailarina del Ballet de Nueva York, y ese instante es una prueba más del asombroso poder de la música.

Este conmovedor episodio, captado en video y viralizado en redes sociales, es solo uno de los muchos ejemplos del impacto de la musicoterapia en la memoria y las emociones. La música puede despertar recuerdos que parecían perdidos y devolver, aunque sea por unos minutos, la conexión con la identidad de una persona.

Para definirla en pocas palabras, la musicoterapia es una disciplina clínica que utiliza la música como herramienta terapéutica para mejorar la salud física, emocional y mental. Aunque el uso de la música con fines curativos se remonta a la antigüedad, su aplicación como tratamiento estructurado comenzó a consolidarse a mediados del siglo XX, cuando los hospitales en Estados Unidos y Europa descubrieron que la música ayudaba a los veteranos a sobrellevar el dolor y el trauma.

Desde entonces, numerosos estudios han demostrado que puede reducir la ansiedad, mejorar la calidad del sueño e incluso disminuir la percepción del dolor. Hoy en día, la musicoterapia es utilizada en entornos médicos, educativos y comunitarios para tratar una amplia variedad de afecciones, desde el estrés crónico hasta enfermedades neurológicas como el Parkinson y la demencia.

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Lo que dice la ciencia

La efectividad de la musicoterapia no es un mito. Un estudio realizado por la Fundación Músicos por la Salud evidenció que la música en entornos hospitalarios mejora el bienestar de los pacientes en un 84%. Otro estudio publicado en Elsevier analizó cómo la música agradable puede reducir la ansiedad, mientras que la música desagradable o el silencio pueden generar el efecto contrario. Estos datos refuerzan la idea de que la música no solo es una forma de entretenimiento, sino también una herramienta que puede ayudarnos a recuperar el equilibrio emocional.

¿Cómo funciona? La música activa múltiples regiones del cerebro simultáneamente, incluyendo el sistema límbico, que regula las emociones, y la corteza prefrontal, encargada de la toma de decisiones y la autorregulación. Cuando escuchamos música relajante, el ritmo cardíaco se sincroniza con el tempo, la respiración se vuelve más pausada y el sistema nervioso parasimpático, responsable del descanso y la recuperación, toma el control. En pocas palabras, la música nos “reprograma” para la calma.

La Musicoterapia Neurológica, por ejemplo, emplea estructuras rítmicas y melódicas para estimular ciertas funciones cerebrales, ayudando a mejorar la movilidad en personas con dificultades motoras o a recuperar habilidades cognitivas en pacientes con daño cerebral. 

En los últimos años, ha demostrado ser una terapia muy efectiva en niños con autismo, ya que no solo dinamiza lo somático, motriz y sensorial, sino que también afecta en un amplio campo psíquico, cognitivo y comprensivo (percepciones, emociones, afectos, consciencia). Además, se ha visto que facilita la sociabilidad y el acercamiento con otros individuos.

musicoterapia autismo

La clave detrás de su efectividad radica en que la música promueve la liberación de neurotransmisores como la dopamina y la serotonina, sustancias químicas directamente relacionadas con la sensación de bienestar y relajación.

Pero no cualquier música tiene el mismo efecto. Los estudios han identificado que ciertos ritmos y frecuencias son más efectivos para inducir estados de relajación. Por ejemplo, se ha comprobado que las melodías con tempos entre 60 y 80 pulsaciones por minuto pueden reducir la ansiedad y mejorar la concentración. De hecho, la canción “Weightless” de Marconi Union fue desarrollada en colaboración con terapeutas del sonido y es considerada una de las más relajantes del mundo, con estudios que muestran una reducción de hasta el 65% en la ansiedad de los participantes.

 ¿Qué expectativas realistas podemos tener sobre la musicoterapia?

Si bien la musicoterapia no es una cura mágica, sí es una herramienta valiosa para complementar otros tratamientos y mejorar la calidad de vida. No se trata solo de escuchar cualquier tipo de música, sino de hacerlo de manera estructurada y con un propósito claro. Los especialistas en musicoterapia diseñan sesiones adaptadas a las necesidades de cada persona, utilizando elementos como el ritmo, la melodía y la armonía para influir en el estado emocional y físico del paciente.

En pacientes con trastornos de ansiedad, se ha demostrado que la exposición a ciertos tipos de música puede reducir la frecuencia cardíaca y la presión arterial, generando una respuesta de relajación. En el caso de personas con enfermedades neurodegenerativas, la musicoterapia ha mostrado mejoras en la memoria y la comunicación, ayudando a recuperar habilidades perdidas.

Cómo aplicar la musicoterapia en tu vida diaria

No es necesario ser un experto para beneficiarse de los efectos positivos de la música. Aquí algunos consejos prácticos:

  • Elige la música adecuada: No todas las melodías generan el mismo efecto. La música clásica, el jazz suave o los sonidos de la naturaleza suelen ser opciones recomendadas para reducir el estrés.
  • Integra la música en tu rutina: Escuchar música relajante al despertar, mientras trabajas o antes de dormir puede ayudarte a mantener un estado de calma durante el día.
  • Practica la escucha activa: En lugar de usar la música solo como ruido de fondo, intenta prestarle atención plena, enfocándote en sus matices y en cómo te hace sentir.
  • Explora técnicas de musicoterapia: Algunas prácticas incluyen la improvisación musical, el canto o la percusión como formas de expresión emocional y liberación de tensiones. Esto puede hacerse en grupo o individualmente, lo importante es elegir la forma que te resulte más cómoda y efectiva en lo personal.

La musicoterapia es mucho más que un simple pasatiempo. Su respaldo científico y sus aplicaciones terapéuticas la convierten en una herramienta poderosa para combatir el estrés y mejorar la calidad de vida. Incorporarla de manera consciente en nuestra rutina puede marcar una gran diferencia en nuestro bienestar emocional y físico. La música no solo nos acompaña; también nos sana. ¿Y si le das una oportunidad?